rama de producción a que se dedica) y que la renta de la tierra (allí donde no proceda directamente del producto de fabricación , como ocurre en el caso del salto de agua vendido al industrial y como ocurre también con la renta por la construcción de casas , etc., que para el casero no representan, evidentemente, un producto bruto ) proviene solamente de la sobreganancia (de la parte de la plusvalía que no entra en la tasa de ganancia general) contenida en los productos brutos y que el arrendatario paga al terrateniente.
Es absolutamente exacto que, al subir [o bajar] el valor del producto bruto en las ramas industriales que emplean materia prima, la tasa de ganancia aumentará o disminuirá, a la inversa, con el valor del producto bruto. Si el valor del algodón se duplica, partiendo del salario y de la tasa de plusvalía como factores dados, descenderá la tasa de ganancia, como he puesto ya de manifiesto en un ejemplo anterior. (20) Pero otro tanto ocurre en la agricultura. Si la cosecha resulta estéril y hay que seguir produciendo al mismo nivel de producción partiendo aquí del supuesto de que las mercancías se venden por su valor ), sería necesario restituir a la tierra una parte mayor del producto total o de su valor y, una vez deducido el salario, suponiendo que éste permaneciera igual, la plusvalía del arrendatario representaría una cantidad de producto menor y, por consiguiente, quedaría una cantidad de valor menor para repartir entre él y el terrateniente. Aunque cada producto tendría mayor valor que antes, sería menor, ahora, no sólo la parte alícuota del producto, sino la porción de valor restante. Otra cosa ocurre cuando el producto aumenta por encima de su valor a consecuencia de la demanda en la proporción necesaria para que una cantidad menor de producto tenga, ahora, un precio más alto que antes [tenía] una cantidad de producto igual. Sin embargo, esto es contrario a lo que se había convenido, a saber: que los productos se venden por su valor. [64]
Supongamos, por el contrario, que la cosecha de algodón es el doble de fructífera y que la parte de ella que se restituye directamente a la tierra, por ejemplo en forma de abono y de simiente, cuesta menos que antes. En este caso, será mayor la parte de valor que quede para el cultivador del algodón, una vez deducido el salario. La tasa de ganancia aumentará aquí lo mismo que en la industria algodonera. No cabe duda de que esto es totalmente exacto. En una vara de percal, la parte de valor que forma el producto bruto sería ahora menor que antes y la que forma el valor de fabricación sería mayor. Supongamos que una vara de percal cueste 2 chelines, y que el valor del algodón contenido en ella sea de 1 chelín. Si el algodón baja (lo que sólo es posible partiendo del supuesto de que su valor equivalga a su precio, al resultar más productivo el cultivo) de 1 chelín a 6 peniques, el valor de la vara de percal será, ahora, de 18 pen. Habrá descendido f por tanto,] en una cuarta parte, en el 25 por 100. Pero, si el cultivador de algodón vendía antes 100 libras a razón de un chelín, ahora tendrá que vender 200 £ a 6 pen. El valor era, antes, de 100 chel.; ahora sigue siendo el mismo. Aunque el algodón representaba antes una parte mayor de valor del producto —y habiendo descendido al mismo tiempo la tasa de plusvalía en el mismo cultivo de algodón—, el algodonero sólo obtenía por sus 100 libras de algodón, a razón de 1 chelín la libra, 500 varas de percal, y ahora obtiene por sus 100 chel., [vendiéndose] la libra a 6 pen., 66 2/3 varas.
Partiendo del supuesto de que las mercancías se venden por sus valores, es falso que el ingreso de los productores que participan en la producción del producto dependa necesariamente de las partes integrantes del valor //477/ que sus productos respectivos representan en el valor total del producto.
Supongamos que el valor del producto total, en todas las mercancías