Si la muerte viene a buscarme tiene permiso para llevarme.
La vida es mi tortura y la muerte sera mi descanso.
No me puedo fiar ni de mi sombra.
La despedida es una pena tan dulce que estaría diciendo buenas noches hasta que amaneciese.
¡Oh Romeo, Romeo! ¿Por qué eres tú Romeo? Niega a tu padre y rehusa tu nombre; o, si no quieres, júrame tan sólo que me amas, y dejaré yo de ser una Capuleto.
Lo que llamamos rosa exhalaría el mismo grato perfume si aun de otra forma se llamase
¡Noche, deliciosa noche! Sólo temo que, por ser de noche, no pase todo esto de un delicioso sueño.
¿Por ventura amó hasta ahora mi corazón? ¡Ojos, desmentidlo! ¡Porque hasta la noche presente jamás conocí la verdadera hermosura!
Rey de los gatos, sólo quiero una de tus siete vidas, y luego aporrearte a palos las otras seis.
Mal me han herido. ¡Mala peste a Capuletos y Montescos! Me hirieron y no los herí.
Huye de mí, dulce templanza. Sólo la ira guíe mi brazo.
¡Soy un triste juguete del destino!
Una copa tiene en las manos. Con veneno ha apresurado su muerte. ¡Cruel! No me dejó ni una gota que beber. Pero besaré tus labios que quizá contienen algún resabio del veneno. Él me matará y me salvará.
¡Oh daga bienechora! ¡Enmohécete aquí y dame la muerte!